El wifi es una tecnología esencial para la conectividad diaria, tanto en hogares como en oficinas y espacios públicos. Sin embargo, tener demasiados puntos de acceso a internet puede ser perjudicial, ya que puede causar interferencias y congestión en la red. Esto se debe a que cada punto de acceso compite por el mismo espacio de frecuencia, lo que puede resultar en una reducción significativa de la velocidad, aumento de la latencia y posibles desconexiones frecuentes. Es crucial gestionar adecuadamente la configuración de los puntos de acceso para evitar estos problemas y mantener una conexión estable y rápida.
El wifi, cuyo nombre proviene de la abreviatura de “Wireless Fidelity”, es una tecnología de comunicación inalámbrica basada en el estándar IEEE 802.11 para redes de área local sin cables, el estándar IEEE 802.11 es un conjunto de especificaciones para redes de área local inalámbricas. El wifi fue introducido en 1997 y ha evolucionado en gran medida desde entonces, con diferentes versiones que han mejorado la velocidad y la eficiencia espectral. La Wi-Fi Alliance, una organización que certifica la interoperabilidad de los dispositivos wifi, ha jugado un papel crucial en la estandarización y popularización de esta tecnología.
El funcionamiento del wifi se basa en el uso de ondas de radio para transmitir información entre dispositivos. Un router inalámbrico o punto de acceso convierte los datos recibidos de una conexión cableada en ondas de radio y las transmite a los dispositivos cercanos. Estos dispositivos deben tener un adaptador de red inalámbrica para recibir y decodificar las señales. Las redes wifi modernas operan en dos bandas principales: 2.4 GHz y 5 GHz, con la banda de 6 GHz utilizada en las generaciones más recientes. Estas bandas se subdividen en múltiples canales, y la gestión adecuada de estos canales es esencial para evitar interferencias y mejorar el rendimiento de la red.
El canal de 2.4 GHz ha existido desde la introducción del estándar IEEE 802.11b en 1997. Este estándar permitió el uso de la banda de 2.4 GHz para redes wifi, lo que facilitó la adopción masiva de esta tecnología debido a su mayor cobertura en comparación con la banda de 5 GHz. Es importante entender cómo funcionan los canales wifi y cómo gestionarlos adecuadamente. En la banda de 2.4 GHz, los canales 1, 6 y 11 son los más recomendados porque no se solapan entre sí, lo que significa que pueden coexistir sin interferencias, permitiendo una mejor gestión del tráfico y una mayor estabilidad en la red.
Cuando varios puntos de acceso WiFi utilizan el mismo canal, se produce una interferencia que puede degradar significativamente el rendimiento de la red, estas interferencias suceden porque los canales de frecuencia, que van del 1 al 11, que se solapan entre sí, es decir todos menos 1, 6, 11, porque están muy cerca en el espectro de frecuencias. Esta interferencia ocurre porque los dispositivos compiten por el mismo espacio de frecuencia, lo que resulta en una reducción de la velocidad. La congestión en el canal provoca que los datos se transmitan más lentamente, afectando la velocidad de navegación y descarga. Además, la interferencia puede causar retrasos en la transmisión de datos, lo que es especialmente problemático para actividades en tiempo real como videollamadas y juegos en línea. En casos extremos, la saturación del canal puede llevar a desconexiones frecuentes, haciendo que la red sea inestable y poco fiable.
Gestionar adecuadamente los canales wifi es esencial para mantener una conexión rápida y estable. La evolución del wifi ha permitido mejorar la velocidad y la eficiencia de las redes inalámbricas, pero también ha traído desafíos en términos de interferencias y congestión. Con el aumento de dispositivos conectados en nuestros hogares y oficinas, entender y aplicar estos principios puede marcar una gran diferencia en la calidad de nuestra conectividad.