Repliegue histórico en Intel: cancela fábricas, traslada operaciones y despide miles

By WSN In Tecnología

25

Jul
2025

Intel ha confirmado lo que ya se intuía en los últimos meses: se prepara para uno de los recortes más importantes de su historia. La compañía ha anunciado que reducirá su plantilla en casi un 25 %, pasando de unos 99 500 empleados a unos 75 000 antes de finales de 2025, lo que implica el despido o desvinculación de unos 24 000 trabajadores. Bajo la dirección del nuevo consejero delegado, Lip‑Bu Tan, nombrado en marzo de 2025, Intel despliega una estrategia de reestructuración profunda para ajustar costes, eliminar capas de gestión y recuperar competitividad tras años de pérdidas y sobreinversión.

Los despidos se complementan con una reestructuración geográfica de peso. La empresa ha confirmado la cancelación total de los planes para construir una megafábrica de semiconductores en Magdeburgo, Alemania, así como un centro de ensamblaje y pruebas en Wrocław, Polonia. En Costa Rica, donde operan más de 3 400 empleados, Intel consolidará su actividad de ensamblaje y test trasladándola a centros existentes en Vietnam y Malasia, manteniendo solo algunas funciones corporativas y de ingeniería en el país. Además, ralentizará la construcción de su planta de referencia en Ohio, reevaluando el ritmo de gasto según la demanda real del mercado.

Estas medidas se derivan directamente de los resultados del segundo trimestre de 2025. Intel obtuvo ingresos de aproximadamente 12 900 millones de dólares, cifra que superó ligeramente las expectativas del mercado, pero arrojó pérdidas netas cercanas a los 2 900 millones de dólares, muy por encima de los pronósticos de analistas. El coste de la reestructuración en este trimestre ascendió a unos 1 900 millones de dólares. Para el tercer trimestre, Intel prevé ingresos entre 12 600 y 13 600 millones de dólares, aunque espera pérdidas de 24 céntimos por acción, también por encima de lo previsto.

Según Intel, el porcentaje de reducción efectiva de plantilla será de alrededor del 15 % mediante despidos directos, complementado con salidas voluntarias y otras medidas que permitan un descenso total del personal de entorno al 24 %, comparado con los 109 800 empleados que tenía al cierre de 2024. Un portavoz ha señalado que el recorte de capas intermedias de gestión alcanza aproximadamente un 50 %, con la idea de hacer la organización más ágil y eficiente.

Tan ha sido especialmente crítico sobre el modelo de inversión anterior: «no creo en la idea de que si construyes, vendrán», afirmó durante la llamada con analistas. Bajo su liderazgo, Intel adopta una posición guiada por la demanda: solo construirá capacidad de fabricación si hay clientes confirmados. Esto aplica especialmente a sus nuevas tecnologías 14A y 18A; el despliegue del nodo 14A se supeditará a la obtención de pedidos externos importantes. La falta de una base de clientes clara ya ha llevado a Intel a contemplar abandonar completamente la iniciativa 14A si no logra asegurarlos. Además, la compañía considera mantener la producción interna de chips solo hasta 2030 para 18A si no hay volumen suficiente externo.

Estas decisiones se inscriben en un esfuerzo mayor para recuperar terreno frente a sus competidores, especialmente Nvidia, AMD y TSMC, que han tomado la delantera en chips de inteligencia artificial y soluciones móviles. En particular, Intel ha admitido que ya no pertenece al top 10 de empresas de semiconductores y que su llegada tardía al mercado de IA le ha colocado en clara desventaja frente a Nvidia, lo que también justifica la nueva orientación hacia IA de borde y hardware local más eficiente.

Intel espera reducir sus gastos operativos anuales de 17 500 millones de dólares a unos 17 000 millones en 2025, y llegar a 16 000 millones en 2026. El objetivo es reforzar su posición como fabricante, mejorar su rentabilidad y reconstruir confianza con accionistas e industria sobre bases más sostenibles.

Resumen final: Intel se enfrenta a un repliegue masivo que incluye el despido de unos 24 000 empleados —un cuarto de su plantilla—, la cancelación de megaproyectos en Alemania y Polonia, y la reubicación de operaciones en Costa Rica hacia Asia; bajo la dirección de Lip‑Bu Tan, la compañía adopta una estrategia disciplinada, ajustada a la demanda real, que pretende reducir costes, racionalizar su huella y recuperar competitividad tras años de pérdidas y expansión mal calibrada.